Liebe Großmutter- Sainte Anne de Beaupré, Quebéc




     Imagina por un momento que olvidas todo, absolutamente TODO. Lo único que conservas de todas las memorias es la primera impresión de las personas que te rodean, y lo que viviste en la infancia. ¿Sería raro, no? No entender que el tiempo pasa, que todo eso que tienes en mente es solo parte de aquella noción conocida como “pasado”. De alguna manera el pasado se vuelve un presente infinito en tu mente, cuando en realidad todo es muy diferente cada segundo que pasa. La gente conocida se vuelve extraña con nombres jamás mencionados. En un instante se rompe cualquier tipo de lazo que te une a esas personas, ya sean de amistad, o familiar. Pero de igual forma puedes tener momentos de lucidez. Así es la vida de Ana desde hace ya varios años. Para ella no soy Nelyan, para ella yo soy una sin nombre. Nelyan todavía es una niña de cómo seis años que la deben cuidar. Nelyan no ha crecido. Y es una sorpresa para ella decirle que Nelyan es esta que tiene de frente. “No, tú no eres Nelyan. ¡Mira y que tú ser Nelyan!” me dice frunciendo el ceño.

     Ana no tuvo una niñez de ensueño. Hija del segundo matrimonio de un policía, por lo cual muchos de sus hermanos del primer matrimonio no la querían. Su madre murió cuando Ana apenas tenía dos años de edad, víctima de Tuberculosis. Así que Ana pasó de casa en casa de sus hermanos quienes, según he escuchado, la maltrataban. Hasta que se casó con un militar que se dedicó entero a ayudar a su familia. Juntos tuvieron ocho hijos. Como bien podrían pensar, el carácter de Ana debería ser muy fuerte. Y lo cierto es que sí. Pero de ella solo conozco su ternura, y claro, últimamente la picardía que la enfermedad le otorga. Pero en cortas palabras, Ana siempre ha sido una mujer de armas tomadas.

     La enfermedad de Ana tiene sus ventajas. Puedes repetirle un chiste veinte veces y las veinte veces se ríe como si fuese un chiste nuevo e innovador. Como también para ella su amado sigue vivo y está por regresar. Las desventajas de la enfermedad es la tristeza de desconocerlo todo, y de saber que lo único seguro en este extraño mundo es su existencia. Es por eso que su espacio esté bien definido, y si alguien llega hasta él ella lo saca. Muchas veces no de la mejor manera. Esto incluye bofetadas, insultos y puños de su parte. Los que la amamos nos arriesgamos a acercarnos aunque terminemos con los ojos morados. Aunque es duro aceptarlo, Ana no está en sí, porque conocemos lo amorosa que siempre ha sido. Todo es producto de esa silenciosa enfermedad. 

     Hace una semana visité la hermosa Basílica de Santa Ana en Quebéc, y me acordé de ella. Ana ya no me podrá reconocer, pero algo que permanece constante en su memoria es su fé. Católica. No es feligrés de una iglesia, pero es católica. Ella y yo no compartimos la misma religión. Ambas aprendimos el respeto a la fé de cada cual. De ella aprendí que el amor que yo pueda sentir por alguien no debe estar limitado a reglas establecidas por hombres, muchos de ellos ignorantes. Entrando por las puertas de aquella inmensa basílica, pensé que ella debería ver algo así. Verán, Ana nunca se ha montado en un avión, ni siquiera en un barco a la isla más cercana. Como nunca ha podido viajar, decidí regalarle un souvenir que sé que conservaría: un rosario. Ana nunca ha viajado, pero creo que tiene rosarios de hasta el Vaticano bendecido por el mismísimo Papa. Porque ella nunca tuvo la oportunidad de hacer un viaje, pero su descendencia es muy aventurera y le traen recuerdos de cada rincón del mundo que visitan. 

     Fui muy meticulosa escogiendo el rosario. Al final me decidí por uno largo con piedras violetas. Hasta fue bendecido por el sacerdote y en francés. Yo no creo en que hay que rezarle a alguien para que interceda por mí ante Dios, pero ella sí. Como también pienso que las mujeres deben trabajar, pero ella siempre ha visto eso incorrecto. Pero no importa. Sinceramente no importa las diferencias. Para ella ahora será solo un rosario que alguien le regaló, pero no se acuerda quién. Para mí es un símbolo de estar cerca de ella. De que aunque los recuerdos que tenga de mí sean escurridizos, de alguna forma se materialicen. Aunque para ella yo sea una extraña más, y pase el tiempo y ella no esté, para mí siempre será eterna. Porque a Ana la tengo hasta en mi nombre. Y yo estoy muy orgullosa de llamarme Nelyan.


Para Ana Gloria, Gloria, o simplemente Abuela. 

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Sobre mi:

Este blog relata mis experiencias durante mi internado de verano en Alemania. Soy nacida y criada en la isla de Puerto Rico. Idiomas que hablo: español, inglés, y un poco de francés. De alemán solo se decir Hallo!, Danke!, Guten Morgen!, Guten Tag!, y… Volkswagen. Eso no impidió que me interesara participar de dicho internado. Dos meses, un idioma extraño, y una cultura muy diferente a la mía. Es todo un reto. Aun así, es una aventura que no se podía dejar pasar.